Aunque se distancia un poco de lo que estamos viendo en clase, me gustaría aprovechar que
estas
Navidades he visitado de nuevo el Monasterio del Escorial para compartir con vosotros algunas reflexiones acerca de las bóvedas
que lo decoran, concretamente la del coro, obra de Luca Cambiaso, que a mi, personalmente me fascina.
El encargo de la decoración de las
bóvedas de la Basílica del Escorial se produce con Felipe II. Un pintor
genovés, Luca Cambiaso, fue el elegido para iniciar este proyecto. Demostró así
su talento delante de toda la corte española. Este autor era ya conocido por su
actividad en palacios genoveses, contando desde el principio con la confianza
del rey. Lo cierto es que dos años más tarde muere sin terminar la empresa,
pero sí dejando algunas obras de mucha calidad e importancia, como la Coronación de la Virgen, en la capilla
mayor, y la Gloria, en la bóveda del
coro, en la que centraré mi reflexión.
El
coro es un espacio amplio, con mucha luz, que requiere, por tanto mucha
ornamentación, de una gran trascendencia y nobleza. Se compone de una pieza
rectangular que se extiende sobre la sillería de los monjes, testero, laterales
y bóveda, decorados por Cambiaso, pero también por la intervención de Rómulo
Cincinato (en algunos puntos es difícil determinar lo que hizo cada uno).
Como
hemos mencionado antes, Cambiaso nace en 1527, en el mismo año que Felipe II. Conocemos que
era rápido en la ejecución de sus obras y que contaba con buenas referencias
por sus trabajos anteriores. Llega a España en 1583, donde le reciben con unas
relativamente duras condiciones de trabajo, muere en 1585. Lo cierto es que en
un corto periodo de tiempo elabora un trabajo bastante extenso, por lo que
podemos suponer que pintaba durante largas jornadas.

Pese
a ser una gran masa de personas está perfectamente organizada. Esto no es muy habitual en la pintura de la
época, razón por la cual, en mi opinión, este tipo de composición es tan
espectacular. Cambiaso hace alarde de su destreza a la hora de componer
geométricamente. Los personajes se colocan por filas, en forma jerárquica, lo
que dota al conjunto de cierta frialdad.
Se
conoce que Felipe II le influye en los bocetos, pues deseaba una composición
que condensara el espíritu iconológico de la Basílica, es cierto que algunos de
los personajes se pueden identificar como santos, mártires… por sus atributos,
pero hay otras figuras que no pueden identificarse claramente.
A
la derecha, y en orientación vertical, formando parte del marco de figuras que
rodean la Gloria, observamos una la representación de Carlos V en la que habla
con Pío V.
Además aparecen también Juan de Austria y Santa Cecilia (tocando el
órgano), Santa Águeda y María Magdalena, con una larga cabellera rubia.
Lo
cierto es que en la obra de Cambiaso en el Escorial domina la rigidez y el
esquematismo, probablemente por la presión de Felipe II, quién prefiere la
geometría y pedagogía antes que la originalidad.
Es
complicado sacar conclusiones de Cambiaso como artista si solamente tenemos en
cuenta su producción en el Escorial, esto es debido a que, aunque trabaja con
cierta libertad está claramente coartado por las exigencias de un monarca y de
un programa iconográfico preciso. Bien es cierto que con toda su rigidez, esta
obra tiene mucho de espectacular. Es muy geométrica y predomina lo pedagógico.
La Gloria, en todo su abigarramiento es un espectáculo para la vista.
LÓPEZ
TORRIJOS, Rosa, Documentos genoveses para
la venida de Luca Cambiaso a España.
RINCÓN,
Manuel, Pinturas del coro de la basílica.
Ediciones Escurialenses (EDES), Madrid, 2010
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