lunes, 22 de diciembre de 2014

Comentario del libro Las Cruzadas de Ayala Martínez (Ayala Martínez, C, Las Cruzadas, Madrid, Sílex, 2004, pp. 346, I. S. B. N.: 84-7737-142-3)

Este libro lo empecé a leer para poder aportar más en el video de la Edad Media para entender algunos aspectos. 

      La obra fue escrita por Carlos de Ayala Martínez, nacido en Madrid en 1957. Es Doctor en Historia Medieval por la Universidad Autónoma de Madrid en 1985, donde, en la actualidad es Profesor Titular del Departamento de Historia Medieval.
Sus líneas de investigación han sido fundamentalmente dos: el reinado de Alfonso X de Castilla y sobre todo las órdenes militares hispánicas. Sobre estas líneas ha publicado multitud de trabajos tanto monográficos, en congresos y colaboración en diversas revistas especializadas.

El contenido previo al desarrollo del conflicto prepara el terreno para poder comprender todos los acontecimientos posteriores, además se reseña que las cruzadas aparte del gran conflicto que supusieron, también permitieron una mezcla de culturas y expansión del comercio.

Por un lado, había que ratificar la guerra a favor del cristianismo, como siempre y en todas las guerras antiguas se han hecho se justificaba mediante la voluntad de los dioses, es decir, Dios lo quería.

Además en el año 314 la Iglesia defiende la creación de un ejército cristiano, que condenaría a los desertores y santificaría a aquellos que murieran por su fe. Los primeros pasos de la creación de ese ejército cristiano sería cuando Constantino I venciera a Majencio en la batalla de Puente Milvio en el año 312, que le dio el control occidental a Roma y en cuya batalla los soldados de Constantino llevaban en su escudo el anagrama de Cristo, todo ello se consolidaría en el Edicto de Milán en el año 313.

Tras esto, Justiniano empezaría una política para favorecer a la Iglesia, configurando las bases de ésta en el Concilio de Nicea en el año 325 y construyendo multitud de iglesias de peregrinaje (Santo Sepulcro, Natividad…).

Además, por un lado San Agustín defiende la guerra justa pero para ser justa, afirma, debe ser dirigida por Dios y no debían existir motivaciones materiales de ningún tipo sino simplemente el deber de moral cristiana.
Ese deber de moral cristiana muchos lo confundieron como el deber de luchar, para que fuera un motivo de penitencia y salvación de su alma, pero la Iglesia lo que pretendía aunar en esta idea de deber cristiano era juntar los que fueran a la guerra por fe y los que lo harían por las armas y así formar la militia Dei. 
Por otro lado, existían tres factores para desencadenar la cruzada, primero y como es evidente la amenazante presencia del Islam con sus seguidores supuestamente fanatizados, en segundo lugar el Imperio Bizantino estaba en peligro y era protector de las comunidades cristianas en conflicto y por último el mundo occidental y sus intereses comerciales por todo el Mediterráneo.

       Con todo ello llegamos a la primera cruzada, Urbano II continuaba con la reforma gregoriana que pretendía apartar al emperador en el nombramiento de obispos y demás autoridades eclesiásticas, asentando sus bases y reforzando su figura convoca el Concilio de Clermont en 1095.
      
     Los encargados de predicar la cruzada eran los obispos, aunque también surgió la figura de los predicadores populares que eran más radicales y exaltados, proclives a tergiversar el mensaje de la cruzada. Especialmente estos últimos, embaucaban a las gentes menos favorecidas prometiéndolas un futuro mejor en el peregrinaje y en su lejano destino, además profetizaban la inminente llegada de Cristo (milenarismo) y por ello los pobres embaucados creían ser héroes salvadores del mensaje de Cristo y que debían luchar contra los infieles.

       Una enorme masa popular se movilizó hasta Constantinopla, pero lamentablemente fueron detenidos a manos de los turcos en un baño de sangre, así terminaba la “cruzada popular” en el año 1096.

      Mi opinión es que la fuerza inicial de la idea de Cruzada iba perdiéndose a medida que los ejércitos cruzados se alejaban de las costas occidentales y entraban en Tierra Santa. En este razonamiento englobo a todas las cruzadas, incluyendo ambas primeras a las que se supone que aún se mantenía el hilo de fe que mantenía el papa y el ejército.
Un hecho para mi alarmante es la penosa “cruzada de los niños”, ya que cómo es posible que en la sociedad ya conocedora de los peligros de Tierra Santa contra los musulmanes, las inclemencias climáticas y físicas que se padecían, no pusiera freno a la fanatizada masa juvenil.


      Las cruzadas son un tema que realmente me interesa bastante, y que a pesar de ese interés me veo sorprendentemente absorbida por el libro por la poca información que había conocido hasta el momento, aunque en ciertas partes el texto resulta pesado. Les animo a todos que si alguna vez tienen la posibilidad de leerlo lo hagan porque a pesar de ser muy extenso contiene información muy interesante.

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